Pequeños incrementos en la edad biológica con respecto a la edad cronológica se traducen en un mayor riesgo de morir, según un estudio internacional con participación del CSIC

La edad cronológica es básicamente el tiempo que ha pasado desde nuestro nacimiento. Si viniste al mundo el 16 de agosto de 1957, en la misma fecha de 2022 cumples 65 años. No hay discusión. Otra cosa es cómo de envejecidas estén tus células, tejidos, órganos y sistemas. Esto es lo que mide la edad biológica. Las diferencias en el estado de salud entre personas de la misma edad tiene que ver con predisposiciones genéticas y respuestas fisiológicas al estilo de vida, la alimentación o la calidad del sueño a lo largo de la vida.

Conocer la edad biológica puede predecir la esperanza de vida de una persona, de acuerdo con los resultados obtenidos por un equipo internacional, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que propone dos métodos para estimar el envejecimiento real con mayor poder predictivo que los ya existentes . El trabajo se publica en la revista «PNAS Nexus«.

El método tiene en cuenta medidas de salud que pueden obtenerse de manera rutinaria y permite usar más o menos indicadores dependiendo de su disponibilidad. «En el artículo usamos nueve indicadores: hemoglobina glicosilada (indicador de diabetes tipo 2), colesterol, presión arterial, fuerza de expiración pulmonar, creatinina y nitrógeno ureico (indicadores de función renal), fosfatasa alcalina y albumina (indicadores de función hepática), y proteína C-reactiva (indicador de inflamación)«, explica a ABC Salud Hiram Beltrán-Sánchez, profesor en el Departamento de Ciencias de la salud comunitaria de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).

Para el trabajo, en el que, además del CSIC, participan científicos de UCLA y de la Universidad de Wisconsin, se ha empleado la base de datos sobre salud más grande de Estados Unidos, la National Health and Nutrition Examination Survey, que incluye información sobre 9.389 hombres y mujeres de entre 30 y 75 años, entre 1988 y 1994. Además, se les hizo un seguimiento hasta diciembre de 2015 para saber cuántos de ellos habían fallecido.

Los resultados, que se han obtenido en el marco del proyecto ERC Advanced Grant ECHO, liderado por el investigador del CSIC, aportan información relevante sobre la esperanza de vida a partir de los 65 años. «Desde de esa edad, cuando la edad biológica supera en un año a la edad cronológica supone una reducción de la esperanza de vida en torno a dos años. Si la edad biológica es cinco años superior, la disminución es aún mayor, llegando a vivir en promedio nueve años menos. Lo sorprendente ha sido comprobar cómo pequeños incrementos en la edad biológica con respecto a la edad cronológica se traducen en un mayor riesgo de morir«, asegura Beltrán-Sánchez.

Hasta ahora, los métodos que usan indicadores bioquímicos se basan en imponer «supuestos arbitrarios» entre la relación de edad biológica y cronológica, explica el investigador. «Nuestro método evita la necesidad de imponer dichos supuestos sobre la relación entre estas edades y proporciona herramientas para probar empíricamente la validez de los supuestos. Esto conlleva que nuestro método sea más flexible y permita capturar de manear más precisa el deterioro fisiológico, lo cual se traduce en un mayor poder predictivo del riesgo de morir«, apunta.

Para este estudio, los investigadores utilizaron la edad de 65 años como un ejemplo de lo que la edad biológica puede indicar en términos de riesgo de morir a edades tempranas y años de vida futura. «Esa edad es relevante porque para ese momento es muy probable que ya se tenga un deterioro biológico acumulado a través del tiempo de forma que entonces podemos predecir el riesgo de morir y el tiempo de vida promedio«, explica Hiram Beltrán-Sánchez. Sobre si se podría utilizar este sistema para hacer predicciones en edades más jóvenes, el investigador señala que, aunque es posible, »si a edades más jóvenes aún no se ha acumulado un deterioro biológico importante, la predicción de esperanza de vida puede no ser precisa«.

La edad biológica también puede ser un predictor de enfermedades futuras. El trabajo propone dos vías para estimar la edad biológica: estimación dependiente y no-dependiente. En ambos casos se obtiene el deterioro biológico a través de un modelo de ecuaciones estructurales (una técnica de análisis estadístico multivariante) y después éste se asocia con información adicional. «En el caso de la estimación dependiente, por ejemplo, el deterioro biológico se asocia con el riesgo de morir de forma que la edad biológica resultante es un indicador muy preciso de muerte prematura. Esta forma de estimación permite asociar el deterioro biológico con otros indicadores de enfermedad futura en lugar del riesgo de morir, por ejemplo, el riesgo de tener discapacidad, enfermedad cardiovascular, etc.», asegura.

Además, la vía de estimación dependiente tiene la posibilidad, según el investigador, de estimar la edad biológica asociada con enfermedades que típicamente suceden a edades adultas mayores. «Por ejemplo, uno podría usar indicadores bioquímicos en personas jóvenes con el método dependiente para estimar la edad biológica asociada con enfermedad cardiovascular. Esto permitiría crear un indicador general del posible riesgo de enfermedad futura», afirma.

¿Llegará el día en que cualquiera pueda conocer su edad biológica y tomar medidas para estar mejor? Los investigadores reconocen que hacen falta más estudios con una cantidad mayor de participantes que permitan tener mejor certidumbre con las predicciones. «Lo interesante de nuestro método es que usa indicadores que podrían ser alterados tanto con medicamentos (p.ej., colesterol) como con cambios alimenticios, ejercicio, etc.», apunta Beltrán Sánchez.

Fuente: ABC